Territorios Funcionales en El Salvador

Se ha analizado el flujo de intercambio de trabajadores del lugar de residencia y el lugar de trabajo en 262 municipios a través del desarrollo de un análisis jerárquico de conglomerados para identificar aquellos territorios que presentan altos ni

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La economía salvadoreña ha presentado una trampa de bajo crecimiento económico (Cabrera y Amaya, 2012) y un equilibrio en el mercado de trabajo que fomenta el bajo nivel del capital humano (Equipo técnico del Gobierno de Estados Unidos y Gobierno de El Salvador), esta situación reduce las posibilidades de escapar si la solución no se integra dentro de las políticas públicas de desarrollo territorial a fin de entender que la desigualdad y la pobreza están muy relacionadas con la distribución espacial (Schejtman y Berdegué, 2007).
Las matrices de proximidad de las personas del lugar de residencia al lugar de trabajo proveen insumos necesarios para delimitar los límites geográficos de la oferta y demanda laboral que no necesariamente corresponden con los límites administrativos.
La definición clara de un territorio bajo la lógica de un espacio que contiene un elevado nivel de interacciones económicas y sociales entre sus habitantes, sus organizaciones y las unidades productivas, resuelve los problemas instrumentales de la formulación de las políticas de desarrollo territorial.
Siguiendo a Tober y Sizer (1987) y a Berdegué y otros (2011) identificamos el “territorio” a partir de una definición operacional del concepto de territorios funcionales a nivel municipal y empleando la información disponible en los VI Censos de Población y V de Vivienda para estimar una matriz de intercambio de trabajadores entre municipios (commuting) utilizando una técnica de análisis jerárquico de conglomerados para identificar aquellos territorios que presentan altos niveles de interacciones económicas y sociales entre sus habitantes. Posteriormente, se clasifican los territorios funcionales a partir de una dicotomía rural-urbano.
La concentración demográfica y económica en los territorios urbanos de El Salvador determina una estructura económica con inversiones y oportunidades desiguales; los efecto negativos de estas distorsiones se manifiestan principalmente en las poblaciones que conviven con la ruralidad, cuyos hogares presentan carencias en las necesidades más elementales, su población posee altas tasas de analfabetismo, los niños padecen de elevados niveles de malnutrición y además presentan deficiencias en los niveles secundarios de enseñanza. En conjunto estos factores minan la productividad, los ingresos y las oportunidades de desarrollo de sus habitantes.
Asimismo, estos territorios poco urbanizados a menudo presentan altas tasas de dependencia de jóvenes y adultos sobre la población económicamente activa que supone niveles de ingreso por miembro del hogar menores que en el resto de los territorios, esto a su vez vislumbra una preocupación más importante: la alta dependencia económica deteriora la capacidad de ahorro que junto a la disminuida disponibilidad de ingresos al interior del hogar confluye junto con la falta de oportunidades para hacerlos vulnerables ante eventos externos, como los ocurridos producto del cambio climático o por otros desastres naturales; de ahí que las políticas de contingencia territorial deben asegurar mecanismos de resiliencia en la búsqueda de una administración correcta de su exposición al riesgo.
En otro aspecto, el problema del crimen evolucionó en los últimos años hasta convertirse en un problema generalizado, lo que ha contribuido a profundizar aún más el bajo crecimiento económico de los territorios por sus efectos negativos en la productividad y en el desplazamiento del gasto del hogar. La relación entre altas tasas de desempleo y elevadas tasas de homicidio presentes en todos los territorios son correlaciones claves que evidencian las posibles causas, y por tanto parte de la solución, del alto nivel de delincuencia imperante en el país.
Con base en estos elementos, las políticas públicas deben enfocar territorialmente sus esfuerzos a la creación de oportunidades para los jóvenes que residen en los territorios más afectados quienes han hecho de la delincuencia una actividad rentable que les permite el aseguramiento de su estilo de vida; asimismo, es importante seguir profundizando en la identificación geográfica de los factores que alimentan el comportamiento errático de la sociedad.
La combinación de territorios que tienen alto capital político pero baja disponibilidad de ingresos y territorios que tienen menor capital político pero alta capacidad financiera desemboca en gobiernos con fortalezas y debilidades que deben ser identificas y aprovechadas. En ese sentido, producto de este trabajo está claro que el FODES podría ser un instrumento importante de política territorial ya que pequeñas modificaciones en su distribución pueden apalancar al desarrollo de territorios específicos que cuentan con relativo potencial político, como los rurales y urbano bajo-rurales, pero que no cuentan con las bondades derivadas del alto dinamismo económico.
En relación a las desigualdades de género, está claro que las relaciones de producción condicionan el nivel de educación y de ingresos entre los grupos de género, y que la falta de oportunidades que se generan para las mujeres pueden estarse manifestando en otros ámbitos de la vida, esta reflexión ayuda a comprender que la brecha de género en los territorios funcionales debe ser un factor importante que las políticas públicas deben considerar en una línea transversal al resto de políticas, de tal manera que la participación de la mujer en el desarrollo territorial se incremente, junto con las oportunidades de un desarrollo pleno que todo ser humano debe tener.