Recensión del libro Aspectos monetarios de la dolarización y la reactivación económica en El Salvador: diagnóstico, perspectivas y opciones, desarrollado por Carlos Glower.
Comentarios al libro de Carlos Glower, presentado el 29 de julio de 2013 en el horario de las 16:00 a las 18:00 horas, en el Auditorio de CENSALUD de la Universidad de El Salvador.
Comparta este artículo:
Primero que todo, agradecer al Ministerio de Educación y, en especial, al Centro Nacional de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades del Vice-ministerio de Ciencia y Tecnología. Desde octubre del año pasado, he tenido la oportunidad de leer los sucesivos manuscritos y sugerir la incorporación de algunos elementos u omisiones en la comprensión de la evolución económica de El Salvador. Para mí es un gusto comentar el libro: Aspectos monetarios de la dolarización y la reactivación económica en El Salvador: diagnóstico, perspectivas y opciones, desarrollado por mi amigo Carlos Glower. Libro apasionante en el abordaje riguroso de la estructura económica y financiera junto al tratamiento del diagnóstico de la coyunta económica, Una vez, Carlos, cimenta las bases del modelo implantado desde los noventa, propone acciones de políticas públicas en las esferas monetarias, real, bancaria. La lectura de la edición final, en mi entender, aporta a la comprensión y debate del rol del análisis monetario en el desenvolvimiento salvadoreño. Desde la dolarización, los aspectos monetarios han sido enterrados en los discursos y análisis de país. ¿Qué rol juega la oferta monetaria en la economía salvadoreña?, ¿Quién fija las tasas de interés? y el ¿cómo se relaciona la oferta monetaria con la demanda de créditos del sistema bancario?, son preguntas inusuales en el debate académico o en las tertulias de analistas económicos. Existen dos visiones sobre el cómo interpretar el dinero y la oferta monetaria en una economía, la primera denominada “Metalista o Mengeriana” ve la solvencia de la oferta monetaria restringida por condiciones exógenas El dinero se basa en algo que tiene un suministro limitado, ya sea debido a que se basa en algo físico (tal como oro) o debido a algún tipo de restricción definido por el gobierno en la capacidad de emisión monetaria (Leyes de presupuesto equilibrado, Ley de Responsabilidad Fiscal, el régimen de Maastricht y dolarización oficial). Bajo esta tradición, el gobierno se encuentra “atado de mano” para poder crear dinero público o dinero de alta potencia. Bajo este enfoque se encuentra la Unión Monetaria Europea y nuestro país. En contraposición, la economía “Chartalista” (Wray, 2004) no ve la oferta de dinero como intrínsecamente restringida. Funcionan la política fiscal y monetaria, y esta libertad permite que la política fiscal se guíe sólo por un imperativo para mantener el pleno empleo sin, por supuesto, estimular una inflación excesiva. En estas economías, la solvencia no es una cuestión relevante para los gobiernos que poseen una moneda soberana, con la comprensión que deben permitir variar libremente sus tipos de cambio. Desde 2001, el enfoque monetario en El Salvador ha sido el metalista y donde la evolución de la oferta monetaria salvadoreña y, especialmente, la base monetaria y el M2 ha tendido al estancamiento sobre todo desde la crisis de 2008, explicado por la reducción en los depósitos a la vista. De ahí, que los resultados para enrumbar, el crecimiento económico sean dos enfoques diametralmente opuestos: La visión metalista, sugiere adoptar políticas de austeridad fiscal y deflación de precios y salarios. La perspectiva Chartalista, sugiere el uso de la política monetaria y fiscal para elevar el empleo y el crecimiento económico En un régimen de economía dolarizada o metalista, tanto el tipo de cambio como las políticas monetarias han sido removidas de una vez, La pregunta es si existen otras opciones en cuanto a políticas se refiere una vez que se ha tomado el camino de la dolarización. En otras palabras, nos preguntamos si una economía sería capaz de desviarse de ese camino más adelante, o, si las restricciones económicas o choques pueden ser eludidos a través de la implementación de políticas diferentes de las del tipo de cambio y políticas monetarias las cuales ya están descartadas. La respuesta que se deriva es, si la dolarización es por concepción, irreversible, y el sistema lleva a renunciar a una política fiscal efectiva (para administrar la economía o para eludir choques o restricciones estructurales), entonces el sendero de la dolarización no sería más que un callejón sin salida, en palabras de Alex Izurrieta (2012), y muy en línea con los hallazgos de Carlos, donde sostiene que quizá “[…] el deterioro de la economía salvadoreña sea la dolarización” (Pág. 77). ¿Y qué hará EL Salvador? Desdolarizar. La visión pionera de W. Godley (1991, 1992, 1997b,c), aplicable originalmente a la Unión Monetaria Europea. En un sistema de moneda común no habría lugar para una política independiente de un país (que se encuentre solo), porque no hay mecanismo de financiación del déficit a no ser los préstamos (endeudamiento), a tasas de interés determinadas por el mercado mundial. El servicio a la deuda incrementaría los requerimientos de préstamos aparte de agravar la balanza de pagos, lo cual sería insostenible en el largo plazo. En cierto punto, más temprano que tarde, la única opción viable seria renunciar a la política fiscal por completo. O como lo sugiere Godley, la alternativa sería un “gobierno central” capaz de aprobar las transferencias y estímulos fiscales los cuales vendrían a compensar disparidades interestatales (entre USA y El Salvador, un hecho impensable) que ayudarían a recuperarse luego de choques exógenos. Pero en un régimen dolarizado incluso está alternativa siendo hipotética no está a la mano. Otra pieza en el puzzle de la economía salvadoreña que aporta Carlos, es la falta de análisis desde la perspectiva de la demanda agregada, diría yo, demanda efectiva, la producción se ajusta a la demanda y la economía va dirigida por factores de demanda y no por las restricciones de oferta La prescripción para crecer desde esta perspectiva es incrementar la demanda global real que equivale a la masa salarial más los gastos en consumo e inversión, entonces, la vía para alcanzar un crecimiento económico y pleno empleo es la subida de los salarios reales y el ascenso del gastos autónomo (gastos en consumo e inversión). Implícitamente, en la subida de los salarios conlleva el ascenso en los niveles de la productividad del trabajo, productividad que se encuentra alrededor de US$ 14,500 dólares por trabajador en paridad de poder de compra a precios constantes de 2005 y que significa que El Salvador, tardará 32 años para converger con los niveles de productividad de Costa Ricas o 112 años con Singapur. Acometer el lento crecimiento económico va de la mano de incentivar políticas de demanda y desechar políticas donde la solvencia esté por encima del pleno empleo y el crecimiento inclusivo. La solución se encuentra en facilitar acuerdo inter-temporales para evitar el abuso político y disponer de un juego político que sea más cooperativo y que conduzca a políticas públicas más efectivas, más sostenibles y más flexibles frente a cambios en las condiciones económicas o sociales, evitando recurrir a reglas altamente inflexibles e ineficientes (dolarización o Ley de responsabilidad Fiscal) para dar a las políticas cierta estabilidad y credibilidad. Concluyo, mi recensión recomendando a los economistas adoptar la investigación como un elemento que derive en políticas públicas sostenibles y contextualizadas a la economía salvadoreña. Y a Carlos, continuar el debate sobre los aspectos monetarios de la dolarización y la reactivación económica en El Salvador Muchas gracias,
Oscar Cabrera Melgar

